Tendinopatía del bíceps braquial
- Kine and Fit
- 28 jun 2017
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La tendinopatía de la porción larga del bíceps braquial ha aumentado su incidencia, la cual inicia de manera silenciosa y progresa lentamente, se asocia principalmente al entrenamiento excesivo en deportistas y aficionados al gimnasio, y puede complicarse y llegar a cirugía debido a una rotura completa del tendón. Por su importancia dentro del fitness aquí te presentamos esta patología cada vez más frecuente, su tratamiento y recomendaciones para prevenirla.
Repaso anatómico
El bíceps braquial está compuesto por dos porciones, la cabeza larga se origina de la tuberosidad supraglenoidea de la escápula y va por lateral, mientras que la cabeza corta se origina del proceso coracoides y va por medial, ambas porciones se unen en un tendón común que se inserta en la aponeurosis bicipital del antebrazo y la tuberosidad del radio.
Sus principales funciones son flexión de codo y supinación de antebrazo – (supinación es el movimiento de giro que realiza el antebrazo de tal forma que ves el dorso de tu mano para girar y quedar viendo la palma de tu mano )-. También realiza movimientos en el hombro, cooperando en la flexión de hombro, y tiene una función importante junto a los tendones del manguito rotador como estabilizador de la articulación glenohumeral, evitando la subluxación del hombro, es decir, evita que el hombro se salga.
Lesión del bíceps braquial
Las lesiones del tendón del bíceps han aumentado su incidencia durante los últimos años, principalmente en hombres y asociado al sobreentrenamiento. Dentro de los factores de riesgo de una tendinopatía son el consumo de esteroides, las estatinas, la nicotina y algunas enfermedades, como el hiperparatiroidismo y el lupus eritematoso. Actualmente se sabe que el principal factor es el consumo de esteroides, su uso y abuso en deportistas y aficionados al gimnasio ha llevado que junto al entrenamiento excesivo en repeticiones y/o cargas del bíceps provoquen lesiones en el tendón, las cuales muchas veces son silenciosas, con molestias durante semanas e incluso meses, y pueden ir en aumento hasta que el tendón colapse y se rompa.
La lesión proximal del tendón es más frecuente que las otras inserciones y suele ser una tendinosis. Se asocia a una lesión del rodete superior glenoideo, inestabilidad de hombro y/o con el síndrome del manguito rotador. La tendinosis es una lesión crónica sin proceso inflamatorio, genera un desorden fibrilar y degeneración del colágeno, provocando un engrosamiento paulatino del tendón y perdiendo la flexibilidad de este, reduciendo su fuerza y rango de movimiento, dejándolo propenso a numerosas complicaciones.
Sintomatología de la tendinopatía
La primera fase de una tendinosis comienza con molestias en la parte anterior del hombro, que se percibe levantar cargas o posterior al entrenamiento. Esta molestia no genera alteraciones en el movimiento ni afecta las actividades cotidianas, por lo cual pocas veces se consulta con un médico. Con el paso de las semanas e incluso meses la molestia no desaparece, continúa el dolor en la parte anterior del hombro, el cual se acentúa y se siente más profundo llegando a la región anterior del brazo. La fuerza y la amplitud de los movimientos del hombro se reducen, principalmente los movimientos por sobre la cabeza los cuales suelen ser más dolorosos.
La siguiente fase suele tener mayores dificultades si no se comienza el tratamiento a tiempo, ya que la tendinosis ha estado presente de manera prolongada, debilitando el tendón y puede provocar subluxaciones de hombro, desgarros musculares o tendinitis parcial o completa. Si la rotura del tendón es parcial se sentirá un dolor intenso, profundo y agudo en la región anterior del hombro, la zona puede enrojecerse, y la fuerza puede disminuir. La rotura completa del tendón provocará un fuerte dolor de hombro, desgarrador y punzante, la zona tomará un color rojo o morado y puede observarse el signo de “deformidad de Popeye”, el cual es un bulto evidente en el brazo debido al recogimiento del músculo. La fuerza disminuye notoriamente pero mantiene movimiento.
Diagnóstico y tratamiento
El diagnóstico debe realizarlo un médico traumatólogo, el cual junto a la entrevista personal y la evaluación física, solicitará exámenes de imagenología para descartar otras posibles lesiones asociadas. Generalmente se recomienda tratamiento conservador si la lesión es leve o moderada, con terapias de kinesiología. Si la lesión es mayor o no mejora con el tratamiento kinesiológico, puede recurrirse a la cirugía.
El tratamiento kinesiológico se realizará según la evaluación previa realizada por el profesional, para determinar cuales son las limitaciones que presenta cada persona, aplicando pruebas especiales de movimiento, fuerza, flexibilidad y palpación en la región afectada.
El proceso de rehabilitación suele realizarse en dos fases, primero es el manejo agudo de la lesión para continuar con una fase de funcionalidad. Los ejercicio y/o técnicas a utilizar y la duración de cada fase dependerá exclusivamente de cada persona, cada intervención es individualizada según las características de la lesión, la información obtenida de la evaluación y los elementos propios de cada persona.
El kinesiólogo en las primeras sesiones utilizará agentes físicos, como la aplicación de frío, electroanalgesia y ultrasonido, realizará masoterapia, movilizaciones pasivas-activas y aplicación de vendaje.
La segunda fase constará principalmente de ejercicios que aumenten el rango de movimiento, técnicas de terapia manual, masoterapia, elongaciones musculares, fortalecimiento, vendaje neuromucular y ejercicios de propiocepción.
Prevención
La mejor manera de evitar lesiones es la prevención y algunas de las recomendaciones son:
- Realizar un calentamiento previo al entrenamiento.
- Elongar de manera adecuada al finalizar el ejercicio.
- No consumir anabólicos o sustancias que aceleren el crecimiento muscular.
- Evitar la sobrecarga mecánica del hombro, ya sea en el entrenamiento y/o trabajo.
- Mantener una postura correcta al ejecutar movimientos y fuerzas con hombros y brazos.
- Evitar los movimientos repetitivos y movimientos estáticos en los puestos de trabajo.
- Evitar el aumento excesivo o repentino en las cargas, frecuencia y/o duración del esfuerzo al entrenar hombros y brazos.
- Corregir posibles errores técnicos en la ejecución de movimientos, principalmente a nivel deportivo.
- Identificar y mejorar posibles desbalances musculares, lesiones asociadas y factores de riesgo.
- Si sientes molestias o dolor cada vez que realizas ejercicio o posterior al entrenamiento o trabajo, consulta a un profesional.
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